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Sobre las afecciones mentales aparecen ya referencias escritas en el antiguo Egipto y en otras civilizaciones, la creencia generalizada era que los causaba el demonio o eran castigo de los
dioses, la curación se trataba de conseguir mediante exorcismos y otros rituales de carácter religioso. Los griegos heredan de estas civilizaciones primitivas la idea de lo sobrenatural y así recurrieron a la religión para tratar de comprender y curar las enfermedades, Asclepios, dios de la medicina, tenía su templo más importante en Epidauros, este dios monopolizó la medicina griega hasta el siglo V antes de Cristo. Hipócrates (460 a 377 AC) crea la “teoría humoral” él pensaba que el cerebro originaba nuestras sensaciones y sentimientos, era el centro de la inteligencia y que los trastornos psicológicos se originaban por causas naturales.
Durante la Edad Media se progresa muy poco en el conocimiento de la enfermedad mental y la idea que prevalece es que la locura es una manifestación del pecado, un castigo divino cuando no el signo externo de estar poseído por el demonio, consecuentemente los tratamientos empleados eran los exorcismos, la penitencia y los castigos físicos, la actitud de la sociedad hacia estos enfermos varía entre el rechazo y cierta tolerancia. Son los árabes quienes construyen el primer establecimiento para el cuidado de dementes en Damasco.
Se considera que muchas de las personas juzgadas y ejecutadas al ser consideradas brujas eran en muchos casos enfermos mentales, médicos como Paracelso (1493–1541) y Weyer (1515-1588) se opusieron abiertamente al fenómeno de la brujería. Las creencias sobre la posesión por el demonio persistieron aproximadamente hasta la mitad del siglo XVIII y el tratamiento que estas personas recibían en los establecimientos en los que eran confinados estaba basado en la utilización de medios coercitivos. Si no eran internados vagaban solitarios y eran objeto de burlas, maltratos y desprecios. Su tratado “De Anima” analiza la relación entre entrada pudiera ver a las personas allí ingresadas, la mayoría encadenadas, como si de un zoológico se tratara y como una forma más de diversión pública.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX aparece una tendencia en el tratamiento que se da a las personas en los hospitales psiquiátricos que se denomina “Tratamiento Moral” que coincide en el tiempo con la Revolución Francesa (1789–1799) y cuyo principal valedor es Philippe Pinel (1745–1826) que en 1793 es nombrado director del Hospital de la Bicêtre una institución para hombres y que ante la terrible situación en la que se encuentran los allí internados, argumentando que estas personas eran enfermos y que deberían de ser tratados con simpatía y respeto y no con cadenas y castigos corporales, les libera de sus cadenas y les permite moverse libremente por el hospital y sus alrededores sacándoles de los oscuros habitáculos en los que estaban encerrados, esta acción y el trato digno que se ofreció a los pacientes en el Hospital de la Bicêtre permitieron que muchos de ellos mejoraran rápidamente y fueran liberados.
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